Existen sorprendentes similitudes entre la crucifixión de Jesús y el sufrimiento de los palestinos en Gaza. Jesús fue crucificado por orden del gobernador romano, Poncio Pilato, quien tenía la máxima autoridad sobre la ley y el orden. Pilato, probablemente viendo a Jesús como una figura revolucionaria potencial que podría provocar disturbios, autorizó la ejecución a pesar de no encontrar ningún defecto en Él. De manera similar, miles de palestinos en Gaza se han enfrentado a graves injusticias, con niños, mujeres, hombres y personas inocentes de todas las edades sufriendo y muriendo sin justificación.
En el momento de la crucifixión de Jesús, muchos no actuaron hasta más tarde, cuando miles de millones vinieron a seguirlo. Hoy, nosotros, como cristianos de todo el mundo, somos testigos de una tragedia moderna en Tierra Santa, donde nuestro Señor fue crucificado. Sin embargo, muchos de nosotros permanecemos en silencio, observando sin intervención, como si no fuera nuestra preocupación. La oración es esencial y trae bendiciones, pero por sí sola no salvará a los miles de personas que enfrentan la muerte a manos de fuerzas implacables.
Debemos recordar que cuando Jesús regrese, nos juzgará por lo que no hicimos para salvar a la humanidad y al mundo. Este llamado a la acción no se limita a los cristianos, sino que se extiende a musulmanes, judíos y personas de todas las religiones. Debemos despertar y “PONER TU FE EN ACCIÓN” antes de que sea demasiado tarde.
“Trabajemos juntos para reemplazar la desesperación por ESPERANZA, el miedo por SEGURIDAD humana y la humillación por DIGNIDAD”.
Rateb Rabie, KCHS
Presidente y director ejecutivo
Fundación Ecuménica Cristiana Tierra Santa