Queridos compatriotas estadounidenses:
¡Feliz Cuatro de Julio!
Mientras los fuegos artificiales iluminan el cielo en celebración de la independencia de nuestra nación, nos recuerdan los valores perdurables que forman los cimientos de los Estados Unidos: libertad, justicia, igualdad y los derechos inalienables de todas las personas a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad.
En este día, al reunirnos con familiares y amigos para honrar los sacrificios de quienes lucharon por nuestras libertades, tomémonos también un momento para reflexionar sobre el verdadero significado de la libertad —no solo como un privilegio, sino como una responsabilidad. Mientras celebramos las libertades que hemos conquistado, debemos recordar a quienes en todo el mundo siguen viviendo bajo opresión, privados de los mismos derechos que hoy conmemoramos.
Entre ellos se encuentra el pueblo palestino, que sigue firme en su lucha por la dignidad, la autodeterminación y los derechos humanos más básicos. Su resiliencia es un recordatorio poderoso de que la lucha por la libertad aún no ha terminado para todos.
En el espíritu del Cuatro de Julio—y en fidelidad a los valores que nos definen como estadounidenses—extendamos nuestra compasión y compromiso más allá de nuestras fronteras. Mantengámonos en solidaridad con quienes siguen anhelando justicia y paz. Apoyar los derechos de los oprimidos, incluidos los palestinos, no es solo un acto de caridad—es cumplir con la promesa de América.
Que este Día de la Independencia sea tanto alegre como reflexivo, una celebración no solo de nuestras libertades, sino también de nuestra humanidad compartida y de nuestra responsabilidad de construir un mundo donde la libertad y la justicia sean verdaderamente para todos.
Con esperanza y gratitud,
Rateb Y. Rabie, KCHS
Presidente/CEO
HCEF/KTH
